martes, 2 de diciembre de 2014

¿Por qué decimos qué?

HASTA QUE LAS VELAS NO ARDAN

Esta frase sirve para expresar tiempo, equiparándolo a lo que tarda una vela en apagarse. Frecuentemente se emplea para demostrar que se desea permanecer en un lugar, hasta que no haya luz, o para indicar que un festejo o reunión, duró hasta el máximo del tiempo pensado o permitido.

El origen de esta expresión se remonta a tiempos donde ni la luz eléctrica ni el reloj existían. La expresión se acuña de la mano de la profesión más antigua del mundo: La prostitución.

En los prostíbulos o carretas, al cliente se le otorgaba una o varias velas que se cortaban en tamaños diferentes para medir “los turnos”. El tamaño de cada vela dependía de la cantidad de dinero que se pagaba. El cliente debía mantener prendida la vela durante su estadía y una vez que dejaba de arder, su turno culminaba.

Sin duda, la expresión del día. 

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