martes, 27 de mayo de 2014

¿Por qué decimos qué?

BRILLAR POR SU AUSENCIA

Para los romanos era tradición que, cuando acontecía una muerte, se exhibieran ante la urna funeraria los retratos de todos los antepasados del fallecido. Se realizaba unas efigies a partir de unas mascarillas de cera de los parientes difuntos para honrarles. Según relata el historiador latino Cayo Cornelio Tácito en su libro "Anales" la muerte de Junia -viuda de Casio y hermana de Bruto, los asesinos de Julio César, todo el mundo reparó en la falta de la imagen de los dos criminales, brillaban su ausencia. 

Fue más tarde, durante el siglo XVIII, cuando el poeta francés André de Chenier puso de moda la expresión brillar por su ausencia, utilizada actualmente con el propósito de señalar, a veces con cierto retintín e ironía, que alguien no está en el lugar donde debiera. 

En la imagen, busto de Tácito. Sin duda, la expresión del día.

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