martes, 24 de septiembre de 2013

¿Por qué decimos qué?

MARCHARSE A LA FRANCESA



Cuando alguien se marcha de un lugar sin despedirse de los presentes, se suele decir que éste “se ha despedido a la francesa”.
El origen del término viene de una costumbre que se popularizó entre la alta sociedad y burguesía de Francia a mediados del siglo XVIII. Esa costumbre, a la que bautizaron como “sans adieu” y que significa ‘sin adiós’, se realizaba cuando uno de los asistentes a una fiesta o acto social decidía marcharse. Éste debía abandonar la estancia discretamente, sin llamar la atención ni despedirse de nadie (incluyendo a los anfitriones), siendo de muy mala educación que saludase o indicase su deseo de marcharse a alguien.
Con el tiempo, todo volvió a la normalidad y el uso del saludo para despedirse volvió a ponerse de moda, viéndose con malos ojos y como un acto de mala educación el irse de un lugar sin decir nada, por lo que se comenzó a aplicar la expresión “despedirse a la francesa” como alusión a aquella antigua y maleducada norma.
Sin duda, la expresión del día. 

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